Vamos, que los fabricantes de biodramina deberían plantearse venir aquí a realizar su test de viabilidad.
Si, los picos de Europa. Pero esta vez nuestro motivo no era el de hacer de pisacampas, sino el de gozar y fotografiar la fiesta en homenaje al orujo lebaniego. Patearse el monte está bien, pero de vez en cuando nos gusta hacer una incursión en, digamos, la antropología social.
Cofradía del orujo y del vino
Así que el sábado a la mañana, como los pioneros americanos, pusimos rumbo hacia el oeste para descubrir las bondades de esa tierra y dar gusto a nuestros sensores digitales y papilas gustativas a partes iguales. La meteo daba un pronóstico un tanto incierto, pero ya se sabe que la promesa de unas buenas viandas son la mejor manera de hacer frente a los elementos.
Nada más llegar el ambiente ya había tomado las calles y el panorama de la fiesta nos dio la bienvenida con una sobredosis de música y trajes regionales. Aquí os dejamos una muestra:
Después del desfile de los grupos folclóricos y las autoridades por las principales calles de la localidad optamos por tomarle el pulso a la parte menos oficial del evento y de paso rendirle culto a Baco con unos tragos y algo de comer, que ya iba siendo hora.
Ambiente de la fiesta en las calles de Potes
Por la tarde, y tras la proclamación de la Orujera Mayor, hubo degustación de orujo desde las 7.30 de la tarde hasta casi la medianoche.
El domingo la fiesta continuaba y a las 10:30 se procedía al encendido de las alquitaras, los característicos recipientes donde se destila el orujo.
Alquitara encendida en el stand de "El Coterón"
En toda fiesta que se precie, y más si hay alcohol por medio (¿acaso en alguna no lo hay?) la gente suele agradecer la degustación gratuita de algún producto gastronómico local que llevarse al estómago. No podía ser menos en Potes y a eso de la 1 de la tarde en La Carpa de la Serna se arremolinaba una nutrida legión de catadores voluntarios. El manjar: boronos con repinaldas. Ya, para mi también fue un misterio saber en que consistía tal delicatesen hasta que pude ver el producto in situ. El borono es una masa de harina de maíz y sangre de cerdo condimentada con cebolla frita, orégano, perejil, pimentón
y sal y con aspecto y textura de morcilla. La repinalda es una variedad de manzana que se parte en rodajas y se calienta en una olla.
Bueno, y con este bonito colofón dimos por terminada nuestra escapada gastro-eno-fotográfica en Potes. El día todavía dio de si para explorar algunos de los pueblos de la parte alta del valle, donde pasamos del bullicio a la tranquilidad más absoluta. Pero para no alargar aún más esta entrada dejaremos esta parte de la visita para otra ocasión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario