BLOG SOBRE FOTOGRAFÍA DE MIKEL BILBAO GOROSTIAGA
"Fotografiar es colocar la cabeza, el ojo y el corazón en un mismo eje."
Henry Cartier-Bresson
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viernes, 27 de septiembre de 2013
Lineas Aereas Polacas
Un par de mis fotos han sido publicadas en el número del mes de mayo de KALEIDOSCOPE, la revista de las lineas aereas polacas (LOT). Es un reportaje sobre Tailandia.
Os dejo aqui el enlace a la revista:
http://issuu.com/lotpolishairlines/docs/kaleidoscope_2013_05/1
martes, 18 de diciembre de 2012
HISTORIAS DE ESTE VERANO (10 y 11)
Bueno, pues sí, esta vez dos por el precio de una. Y habida cuenta de que el fín del mundo está al caer, me apresuro con una sugerencia de un lugar donde esperarlo: las ISLAS de TRANG.
Se trata de un ramillete de islas situadas al sur de Tailandia, muy cerca ya de Indonesia en el mar de Andamán. Un lugar lo suficientemnete solitario y alejado de casi todo como para poder ponerse en comunión con uno mismo. Un lugar donde cielo, mar y tierra se combinan para ofrecernos algunas escenas de una belleza que te empapa hasta los huesos.
Un buen lugar desde donde despedirse de todo,........ aunque no sea el final.
domingo, 9 de diciembre de 2012
RAILEY, EL PARAISO DE LOS HOMBRES ARAÑA
Railey es un pequeño trozo de costa en Tailandia. En el mar de Andamán. Este pequeño refugio litoral es un escarpado paraíso en la Tierra, con impresionantes formaciones de montañas calizas que se alzan desde la misma orilla del mar. El bosque tropical lo invade casi todo, excepto los lugares donde la roca es tan vertical y el suelo fértil tan escaso que los árboles y la vegetación lo tienen complicado para poder enraizar.
Allí, a escasos metros de la orilla del mar, comienza el reino de una raza diferente de hombres. Escaladores. Hueso, piel y músculo que parecen haber hecho un pacto con la gravedad y con la roca para llevar adelante una particular coreografía. Pies y manos de artrópodo que buscan en un baile tenso y estético a la vez cualquier oquedad, cualquier fisura donde aferrarse para seguir ascendiendo. La danza de la araña.
La coreografía siempre es compartida. Hay un danzante principal que asciende y otro que le observa desde abajo. Como una marioneta invertida el escalador pende de un hilo de araña que su compañero vigila y controla. Su integridad física depende de ello. Y la tranquilidad de espíritu necesaria para elevarse. Por que la gravedad es traicionera y en cualquier momento puede romper el pacto. Ya lo decía Newton, todo lo que sube......
Poco a poco el hombre va doblegando el escarpe. Es un trabajo incesante de búsqueda, de rastreo visual. Unos pies de gato y un poco de magnesio para afianzarse. Física y mentalmente.
En algunos lugares la misma roca parece querer asomarse sobre el acantilado para observar a aquellos que osan retarla.
Finalmente el escalador alcanza su destino vertical y se relaja para acometer un suave descenso con el que termina este ritual de apareamiento con la Madre Tierra. El escalador vuelve entonces a su condición de ser bípedo y la magia se desvanece en este reino de los hombres araña.
Allí, a escasos metros de la orilla del mar, comienza el reino de una raza diferente de hombres. Escaladores. Hueso, piel y músculo que parecen haber hecho un pacto con la gravedad y con la roca para llevar adelante una particular coreografía. Pies y manos de artrópodo que buscan en un baile tenso y estético a la vez cualquier oquedad, cualquier fisura donde aferrarse para seguir ascendiendo. La danza de la araña.
La coreografía siempre es compartida. Hay un danzante principal que asciende y otro que le observa desde abajo. Como una marioneta invertida el escalador pende de un hilo de araña que su compañero vigila y controla. Su integridad física depende de ello. Y la tranquilidad de espíritu necesaria para elevarse. Por que la gravedad es traicionera y en cualquier momento puede romper el pacto. Ya lo decía Newton, todo lo que sube......
Poco a poco el hombre va doblegando el escarpe. Es un trabajo incesante de búsqueda, de rastreo visual. Unos pies de gato y un poco de magnesio para afianzarse. Física y mentalmente.
En algunos lugares la misma roca parece querer asomarse sobre el acantilado para observar a aquellos que osan retarla.
Finalmente el escalador alcanza su destino vertical y se relaja para acometer un suave descenso con el que termina este ritual de apareamiento con la Madre Tierra. El escalador vuelve entonces a su condición de ser bípedo y la magia se desvanece en este reino de los hombres araña.
Puedes ver más fotos mías de actividades en la naturaleza pinchando AQUÍ
domingo, 2 de diciembre de 2012
HISTORIAS DE ESTE VERANO (9)
Encontré a estos dos hermanos gemelos y no pude evitar fotografiarlos. Ni quise.
Me resultaba una imagen algo cómica.
Se trata del templo de Traimit (Wat Traimit) donde se encuentra el Buda de oro.
Bangkok, Tailandia.
Me resultaba una imagen algo cómica.
Se trata del templo de Traimit (Wat Traimit) donde se encuentra el Buda de oro.
Bangkok, Tailandia.
Puedes ver más fotos de Tailandia AQUÍ
jueves, 15 de noviembre de 2012
HISTORIAS DE ESTE VERANO (8)
Aunque las anteriores "Historias de este verano" estaban solo en facebook, he decidido seguir añadiendo las que quedan en el blog. Son esas imágenes más representativas de lo que fue nuestro viaje a Dubai y Tailandia de este pasado verano. Aquellas que me parece que tienen un algo especial o que cuentan una pequeña historia que el que las contempla puede imaginar.
Esta que os presento aquí está hecha en la isla tailandesa de Phi Phi. Es un pequeño taller-tienda de un artista local
Por cierto, si no has visto las anteriores "Historias de este verano" puedes hacerlo en mis páginas de facebook:
http://www.facebook.com/mikel.gorostiaga
http://www.facebook.com/pages/Mikel-Bilbao-Fotograf%C3%ADa-de-viajes-naturaleza-y-paisajes/194485187236849
Esta que os presento aquí está hecha en la isla tailandesa de Phi Phi. Es un pequeño taller-tienda de un artista local
Por cierto, si no has visto las anteriores "Historias de este verano" puedes hacerlo en mis páginas de facebook:
http://www.facebook.com/mikel.gorostiaga
http://www.facebook.com/pages/Mikel-Bilbao-Fotograf%C3%ADa-de-viajes-naturaleza-y-paisajes/194485187236849
lunes, 29 de octubre de 2012
CALLEJEANDO BANGKOK
Si echamos nuestra mirada hacia el sudeste asiático y nos planteamos realizar un viaje hacia alguno de los países que forma la anteriormente llamada Indochina es facil que antes o después terminemos recalando en Bangkok.
La capital tailandesa es un centro neurálgico por el que pasan la mayoría de las rutas que descubren esta región de Asia. Pero es también mucho más que un lugar donde hacer una escala de camino a otro destino.
Es un destino en si misma, un lugar al que dedicar al menos 3 ó 4 días y que nos recompensará la visita con su mezcla de modernidad y viejas costumbres, con su abierto contraste entre el caos de su agitado tráfico y la cálida y envolvente calma de algunos de sus viejos templos y palacios.
Para descubrir esta montaña rusa de sensaciones es necesario echarse la mochila al hombro y patearse la ciudad. Escudriñar los estrechos callejones de Chinatown o ascender los empinados escalones del templo de Wat Arun. Tomar una cerveza al atardecer en la espectacular terraza del sky-bar en la planta 63 de la State Tower o navegar a bordo de la locura que acompaña a los nerviosos botes del Chao Prayha Express, por cierto uno de los mejores transportes públicos para desplazarse por los barrios y distritos cercanos al río del mismo nombre.
He visitado la ciudad tres veces en los últimos siete años. Repetir destino es una experiencia arriesgada porque a veces el tiempo y las sombras de los mercados hacen que los destinos turísticos dejen de tener el encanto y el atractivo que la ilumina en nuestros recuerdos de anteriores visitas. No ha sido el caso de Bangkok. La ciudad se ha comportado como esos viejos amigos a los que hace tiempo que no vemos, pero que unos minutos después del nuevo encuentro sabemos que todo continua igual de bien.
Este pasado verano fue nuestro último encuentro. Me llenó de gozo recorrer algunos de sus barrios, visitar de nuevo viejos templos y ver morir el día desde las orillas del Chao Prayha. Rastrear la ciudad en compañía de mi cámara y con un angular con la vana intención de atrapar en cada imagen toda la vitalidad que rezuman sus calles, todo el misterio del millón de miradas que abarrotan cada una de sus esquinas.
La capital tailandesa es un centro neurálgico por el que pasan la mayoría de las rutas que descubren esta región de Asia. Pero es también mucho más que un lugar donde hacer una escala de camino a otro destino.
Es un destino en si misma, un lugar al que dedicar al menos 3 ó 4 días y que nos recompensará la visita con su mezcla de modernidad y viejas costumbres, con su abierto contraste entre el caos de su agitado tráfico y la cálida y envolvente calma de algunos de sus viejos templos y palacios.
Para descubrir esta montaña rusa de sensaciones es necesario echarse la mochila al hombro y patearse la ciudad. Escudriñar los estrechos callejones de Chinatown o ascender los empinados escalones del templo de Wat Arun. Tomar una cerveza al atardecer en la espectacular terraza del sky-bar en la planta 63 de la State Tower o navegar a bordo de la locura que acompaña a los nerviosos botes del Chao Prayha Express, por cierto uno de los mejores transportes públicos para desplazarse por los barrios y distritos cercanos al río del mismo nombre.
He visitado la ciudad tres veces en los últimos siete años. Repetir destino es una experiencia arriesgada porque a veces el tiempo y las sombras de los mercados hacen que los destinos turísticos dejen de tener el encanto y el atractivo que la ilumina en nuestros recuerdos de anteriores visitas. No ha sido el caso de Bangkok. La ciudad se ha comportado como esos viejos amigos a los que hace tiempo que no vemos, pero que unos minutos después del nuevo encuentro sabemos que todo continua igual de bien.
Este pasado verano fue nuestro último encuentro. Me llenó de gozo recorrer algunos de sus barrios, visitar de nuevo viejos templos y ver morir el día desde las orillas del Chao Prayha. Rastrear la ciudad en compañía de mi cámara y con un angular con la vana intención de atrapar en cada imagen toda la vitalidad que rezuman sus calles, todo el misterio del millón de miradas que abarrotan cada una de sus esquinas.
viernes, 1 de junio de 2012
UNA FOTO ESPECIAL
Trasteando por la red me encuentro en Caborian una noticia de hace ya unos cuantos meses.
Se trata de una fotografía publicitaria de la compañía Hugo Boss un tanto curiosa.
La imagen me llama la atención al momento. Me gusta el mar, me gustan los veleros y como podeis imaginar....me gusta la fotografía. Además es de esas que te atrapan por que suponen un auténtico desafío. Un desafío a la razón, a la lógica, a la manera de pensar de nuestro cerebro, que tiende siempre a pensar en conjuntos de elementos que encajen en una misma realidad. Y aquí es evidente que hay algo que no encaja.
Se trata de un hombre elegantemente vestido y caminando por la orza de un velero que navega escorado 45 grados, como si del mismísimo James Bond se tratara. (El intrépido individuo es en realidad el navegante británico Alex Thompson)
Me gusta por varias razones. primero por la creatividad del artista. Capaz de haber imaginado la escena, llena de frescura, de emoción y de caracter. En un mundo abarrotado de imágenes no es facil continuar asombrando a la audiencia.
Por otro lado, al verla es lógico imaginar que la imagen habrá sido realizada utilizando la actual tecnología, en la que se puede añadir digitalmente al caballero de manera relativamente facil, sin salir del estudio y sin ningún riesgo físico para el navegante-modelo.
Una vez más me sorprendo gratamente al descubrir que no ha sido así.
Os dejo el video del sorprendente "making of". Por cierto, felicidades al equipo creativo. Desgraciadamente no he podido saber quién es el fotógrafo que hizo la fotografía.
Puedes ver el video a mayor tamaño aquí:
http://www.youtube.com/watch?v=B2PQfJ2SAg4&feature=player_embedded
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